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Nuestros cuerpos de mujeres en la danza

Mi cuerpo de mujer es un cúmulo de construcciones sociales y de experiencias derivadas de las mismas. Lo es aún más porque estoy más expuesta a la mirada pública.


Ví a muchos espectadores aplaudir después de una coreografía. Apreciar nuestros cuerpos virtuosos y entrenados. Admirarse por las posibilidades físicas y creativas de una artista.


Sin embargo; nadie miró cuando fuimos señaladas por gordas.


Cuando fuimos expuestas en una báscula frente a las y los compañeros.


Cuando tuvimos que ocultar que nuestros cuerpos menstrúan.


Cuando un agresor nos esperaba a la vuelta de la escuela, masturbándose dentro de su coche.


Cuando otro agresor se masturbaba en el transporte público frente a nosotras.


Cuando otro más me puso la mano en la entrepierna mientras viajaba en el metro.


Y cuando muchos más, entre ellos maestros, nos acosaron y/o agredieron.


La historia de la danza es más que las corrientes coreográficas, las grandes giras y producciones.


Es, como todos los ámbitos de nuestra vida, también una constante de violencias sistémicas.


Por eso siempre resalto el acto político de protegernos entre nosotras, de bailar juntas, de acompañarnos cuando parece que el mundo se derrumba.


Hoy, estamos cada día más unidas y organizadas. Exigiremos nuestros derechos en las instituciones formativas y profesionales de la danza en México.


Nunca más en silencio.


Fotográfía: Juan José Fotógrafo

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