¿Qué significa ser ridículx, y cuántas veces al día lo eres? Tal vez Ayelen Parolin no ha sido la primera en hacerse esta pregunta, pero sí en profundizar en ella, para después llevarla a escena y crear la mejor obra de danza de acuerdo a la prensa del Festival Off Avignon 2023.
La tercera semana de entrenamiento de La(b) Perla nos regaló tres días de taller intensivo con la artista argentina-belga, y a palabras de Marlet Martínez, una de las participantes en el taller, nos deleitamos con “el compromiso de cuerpos mágicos o la magia de cuerpos comprometidos”.
En medio de un bombardeo constante en redes sociales con consejos para maximizar resultados con el menor esfuerzo, cómo ser productivos 23 horas al día, o de cómo ahorrar la máxima cantidad de tiempo por las mañanas dejando tus overnight oats en el refrigerador, nuestra energía masculina parece estar sobreestimulada para encontrarse a su máximo esplendor la mayor cantidad del tiempo organizando, planeando, midiendo, preparando y tomando acción cíclicamente.
Sin embargo, Ayelen nos propone algo diferente: “espacios para la creación más femeninos”, donde lo caótico, lo incierto, lo espontáneo y lo absurdo no sólo son bienvenidos, sino que se convierten en el eje de la experiencia.
En su taller habitamos lugares sin juicio, donde “hacer lo que quieras” durante improvisaciones de hasta 60 minutos se convertía en el regreso al asombro y la creatividad infantil, una libertad que nos daba el poder de hacer o no hacer, sin tomar nada de manera personal. Así, entre la risa, el absurdo y lo ridículo, nos encontramos saliendo de nuestra zona de confort desde el placer y reflexionando hace cuánto tiempo no vivíamos así.
A pesar de los intensos días con Ayelen, La(b) Perla continuó con sus clases habituales y seguimos adelante con los entrenamientos de lxs docentes de este trimestre. Con cada maestrx, comenzamos a desarrollar procesos coreográficos que presentaremos en diciembre en PALCCO. Si aún quieres inscribirte y ser parte, ¡estás a tiempo de unirte!
Estos días nos brindaron la oportunidad de reconectar con esa parte olvidada de nosotrxs mismxs, donde lo ridículo y lo inesperado no son motivo de vergüenza, sino la fuente de nuestra libertad creativa. Nos permitió abrazar lo absurdo como un acto de valentía, recordándonos que ser ridículxs es, a veces, la forma más pura de ser auténticxs.
En un mundo donde todo parece estar calculado, donde se nos empuja a ser productivxs y eficientes todo el tiempo, quizás lo más revolucionario que podemos hacer sea permitirnos ser vulnerables, imperfectxs y, sobre todo, ridículxs. Porque en esa ridiculez reside la verdadera magia de la creación y, tal vez, el verdadero sentido de la vida.
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